Vivimos en un mundo donde las personas ven cientos de anuncios por día, hacen scroll automático y desconfían de los mensajes publicitarios tradicionales. En ese escenario, el marketing convencional muchas veces se vuelve invisible. Entonces, ¿cómo puede una marca destacarse, sorprender y conectar con su audiencia de forma auténtica? La respuesta está en el marketing disruptivo.

¿Qué es el marketing disruptivo?
El marketing disruptivo es una estrategia que rompe con los esquemas establecidos y apuesta por ideas creativas, inesperadas o no convencionales para llamar la atención. No busca seguir las reglas del juego, sino cambiarlas. Su objetivo no es simplemente vender, sino generar impacto, conversación y recordación de marca.
A diferencia del marketing tradicional, que tiende a ser predecible y controlado, el disruptivo se arriesga: puede incomodar, emocionar, hacer reír o incluso generar polémica. Pero siempre apunta a salir del molde y quedar en la memoria del público.
¿Por qué las marcas están apostando por lo disruptivo?
Porque lo tradicional ya no garantiza resultados. El exceso de mensajes, la pérdida de atención y el hartazgo de los consumidores hicieron que muchas campañas pasen desapercibidas. En cambio, una acción disruptiva puede viralizarse, generar engagement genuino y diferenciar a la marca frente a una competencia cada vez más homogénea.
Además, lo disruptivo no necesariamente implica grandes presupuestos. A veces, una buena idea, bien ejecutada, tiene más impacto que una campaña millonaria. La clave está en conocer bien a la audiencia, entender el contexto cultural y animarse a pensar distinto.
Ejemplos de marketing disruptivo que funcionan
- Campañas que rompen el formato: anuncios que no parecen anuncios, como una marca que se infiltra en una tendencia de TikTok o genera un falso documental para promocionar su producto.
- Humor inesperado y autocrítica: marcas que se burlan de sí mismas o del marketing tradicional, generando cercanía con el público.
- Intervenciones urbanas o en lugares inusuales: publicidad que aparece en contextos donde no se espera, como baños públicos, tickets de colectivo o mensajes escondidos en el packaging.
- Activaciones que involucran al usuario: acciones interactivas que sorprenden y piden participación, desde desafíos en redes sociales hasta experiencias en la vía pública.
¿Se puede hacer marketing disruptivo en negocios pequeños?
Definitivamente, sí. El marketing disruptivo no es exclusivo de las grandes marcas. Un negocio local, una tienda online o un emprendimiento personal puede pensar de forma disruptiva. Algunos ejemplos:
- Cambiar por completo el estilo de un feed de Instagram para causar impacto.
- Enviar mensajes de WhatsApp con un tono inesperado pero alineado con la marca.
- Hacer un “falso error” en una campaña para que las personas reaccionen.
- Utilizar el storytelling desde un lugar poco convencional o provocador.
Lo importante no es solo “hacer ruido”, sino que la propuesta esté alineada con los valores de la marca y tenga sentido dentro del mensaje general.
¿Cuál es el riesgo?
Como todo lo que rompe lo preestablecido, el marketing disruptivo puede polarizar: no todos lo van a entender, y puede incomodar a algunos sectores. Por eso, es fundamental tener claridad en el objetivo y conocer muy bien a tu audiencia antes de lanzar una acción de este tipo.
La disrupción vacía o sin propósito puede parecer forzada o incluso dañar la imagen de marca. En cambio, cuando hay coherencia entre la forma y el fondo, lo disruptivo se vuelve poderoso.
Conclusión: la creatividad como motor del crecimiento
El marketing disruptivo no es solo una tendencia, es una respuesta a un mundo saturado de mensajes. En tiempos donde la atención es el recurso más escaso, atreverse a pensar diferente puede ser el mejor camino para conectar de verdad con las personas.
Animarse a romper las reglas no es solo un acto de rebeldía: es una forma estratégica de diferenciarse, generar conversación y construir una marca que no pase desapercibida.
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